Con el término microbiota intestinal se hace referencia al conjunto de microorganismos (bacterias, virus, hongos, arqueas y parásitos) que se encuentran en el tracto intestinal, y cuyas funciones son la nutrición y la defensa. Asimismo, también es conocida como flora intestinal, microflora o flora humana.
Según numerosos estudios, es a partir del nacimiento del bebé cuando la microbiota comienza a desarrollarse, en el momento en el que el feto entra en contacto con la madre a través del canal del parto. En el caso de las cesáreas, es diferente, pero también se encuentra con bacterias procedentes de la piel y el entorno hospitalario. No es hasta los tres años cuando este ecosistema termina de desarrollarse y se vuelve similar a la de un adulto.
Los microorganismos que se encuentran en el tracto intestinal cumplen funciones muy importantes en el funcionamiento de nuestro organismo, entre las que destacan las siguientes:
En consecuencia, nuestro estado de salud está ligado estrechamente a nuestra microbiota.
En ocasiones, se producen desequilibrios entre las bacterias que se consideran “buenas” y las “malas” para el organismo. A esto se le denomina como “disbiosis intestinal» y puede ser transitoria o patológica. De esta forma, la disbiosis intestinal se puede dar por diferentes circunstancias:
En resumen, si tienes alguno de los síntomas anteriores, es importante que sigas el control de un especialista que te asesore correctamente.
La microbiota se ve influenciada por factores como la edad, el sueño, el estrés, etc; además de un componente genético. A pesar de esto, podemos introducir ciertos hábitos que mejoren su estado y la mantengan en un correcto equilibrio. Por eso, estas son algunas de las conductas que te ayudarán a cuidarla:
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